Frente a la idea de que los misterios se difunden a través de un proceso cada vez más amplio de conversiones, los autores sostienen que la familia es la base social en la que se alimentan demográficamente los cultos mistéricos. El análisis de las inscripciones, de las imágenes y de los restos arqueológicos ofrece argumentos para defender la participación familiar en los cultos mistéricos.
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