El ataque israelí contra Gaza se inició porque, de una forma u otra, interesaba que ocurriera a casi todos los estrategas de los bandos enfrentados y de las potencias y vecinos con capacidad de influir en ellos. No obstante, la dimensión del ataque está alterando algunos cálculos hechos inicialmente. Las poblaciones civiles, una vez más, han sido arrastradas al enfrentamiento en condiciones de miseria y desesperanza (la palestina) y de inseguridad y militarismo desbocado (la israelí). El momento elegido responde al oportunismo político de los dirigentes israelíes que se presentan a las elecciones legislativas del 10 de febrero, y que han aprovechado la etapa de transición en EEUU antes de la llegada a la Casa Blanca del nuevo presidente, Barack Obama, el 20 de enero. Sin embargo, el desmedido uso de la fuerza por parte de Israel y la enorme destrucción de vidas y bienes difícilmente aproximarán la paz, y sus consecuencias destructivas pueden seguir desestabilizando Oriente Medio durante mucho tiempo.
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