Me propongo demostrar que la construcción político-administrativa de Nueva Inglaterra a finales del siglo XVII está estrechísimamente relacionada con los problemas internos de Inglaterra, generados en el transcurso de la Restauración de los Estuardo y la Gloriosa Revolución. Pero tanto los problemas americanos como los europeos sólo se pueden explicar con rigor científico en el contexto general de unas relaciones atlánticas totalmente condicionantes. En este trabajo tengo muy en cuenta los planteamientos conceptuales e historiográficos de Jack Greene, James Muldoon, John Elliott, Paul Kennedy y Bernard Bailyn, entre otros prestigiosos historiadores. Me baso en una documentación relacionada con la administración de los gobernadores generales (Sir Edmund Andros, por ejemplo). Utilizo metodológicamente los principios de la historia comparada. Y destaco, finalmente, la necesidad actual de la historia política para comprender primero e, incluso, resolver las recurrentes cuestiones de la decadencia y auge de los imperios; el permanente desequilibrio entre centro y periferia; la antinomia plurisecular entre el poder supranacional y el poder local; y la eterna lucha entre la unidad y la diversidad de los pueblos.
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