El regreso de Alejo Carpentier a Cuba en 1939 representa un punto clave en su lenta pérdida de fe en la centralidad única de la cultura francesa y su creciente adhesión a la idea de que la grandeza de la cultura caribeña y americana reside en su heterogeneidad, su mestizaje racial y su aceptación de lo ajeno. Al adaptar para la radio un cuento de Edgar Allan Poe en 1939, Carpentier introdujo cambios significativos que revelan su nuevo enfoque. El libreto de la adaptación, tanto como la música que escogió Carpentier, esbozan lo que será el germen temático de sus novelas posteriores.
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