Existen evidencias experimentales que demuestran la existencia de un sentido magnético en los anfibios. Diversos anfibios pueden detectar campos magnéticos, y el uso del campo magnético terrestre para la orientación y la navegación ha sido demostrado en varias especies. El campo geomagnético proporciona a los anfibios tanto información direccional como información sobre su posición geográfica. Así, el vector del campo magnético proporciona información direccional y la intensidad magnética y/o la inclinación de las líneas del campo magnético desempeñan un papel como componentes del mapa de navegación. Actualmente son dos las hipótesis que cuentan con mayor apoyo experimental para explicar la magnetorrecepción; una propone un compás químico basado en un mecanismo de pares de radicales en fotopigmentos especializados, mientras que la otra sugiere procesos en los que intervienen partículas de magnetita. Sin embargo, la estructura y los principios funcionales de los magnetorreceptores son desconocidos, y nuestra comprensión de los procesos fisiológicos y neurobiológicos asociados a la magnetorrecepción es considerablemente limitada. Aún así, diversos estudios sobre el comportamiento de orientación de anfibios indican que poseen un compás magnético dependiente de la luz, probablemente basado en un mecanismo de pares de radicales, y un mecanismo posiblemente basado en partículas de magnetita, que les proporciona información para el mapa de navegación.
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