Este artículo propone una reflexión sobre uno de los debates que está generando una importante producción teórica y empírica en los últimos años: los cuidados. Para ello, en primer lugar, se explora la especificidad de los cuidados ampliando el enfoque desde un punto de vista que incluya, además de los aspectos materiales, aspectos afectivos y morales. Se destaca la transversalidad y enorme complejidad de los cuidados por las diferentes dimensiones que operan en dicho concepto. En segundo lugar, se revisa como se están reestructurando los cuidados en nuestra sociedad a partir de las transformaciones que ha provocado la llegada masiva y duradera de mujeres al mercado laboral, a la par que son las familias las principales responsables del cuidado de una población cada vez más envejecida, de niños y otras personas frágiles. Hasta tiempos muy recientes las familias han asumido los cuidados de sus miembros asignando a las mujeres de diferentes generaciones quienes han articulado sus solidaridades con la ayuda pública disponible o recurriendo al mercado para cubrir las necesidades de sus familiares. Sin embargo, ante el déficit en la provisión de los cuidados que parece avecinarse en un futuro no muy lejano esta situación difícilmente será sostenible. La propuesta del cuidado social permite depositar en las instituciones el peso de la articulación entre las solidaridades privadas y las solidaridades públicas en el reparto de los cuidados para que la sociedad en su conjunto pueda adaptarse a la participación generalizada de las mujeres en el trabajo remunerado. Ello implica un replanteamiento de la responsabilidad moral y política de los cuidados.
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