Si bien otros autores se mostraron angustiados ante la intoxicación ajena en sus obras, J. L. Borges parte de la base de que la substancia cósmica es tan extensa y la substancia lingüística, y su portal sensorial, tan limitadas, que simplemente es estúpido angustiarse por ello, no hay que preocuparse del plagio porque todo está dicho y todo por decir, cosas de la condición humana. El relativismo es absoluto, la incoherencia también, y la quijotesca idea de destruir lo anterior, simplemente una locura o una genialidad.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados