Debido al cultivo de la tendencia altamente mercantilista que caracterizó el desarrollo de la estructura cultural del modelo neoliberal en México desde la década de los 80s hasta principios del siglo XXI, se acentuó la dinámica de desproteger e incluso hacer desaparecer la investigación de la comunicación de carácter humanista y social; y se impulsó desmedidamente desde las políticas oficiales y empresariales, educativas y científicas del Estado nación mexicano los estudios marcadamente tecnológicos, pragmáticos, eficientistas y lucrativos de la información. Así, con el lugar estratégico que el nuevo modelo de desarrollo modernizador le concedió al mercado para ser el eje fundamental que dirigiera y modelara a los procesos sociales y educativos en México, éste se convirtió en el condicionante y el disparador central del cual se derivó el origen, el sentido y el destino de la producción cultural y comunicativa en nuestro país, especialmente de la investigación de la comunicación. Es decir, la verdadera reactivación del proyecto de investigación social de la comunicación y de las culturas nacionales, no resurgió de la antiquísima demanda de los grupos sociales básicos por resolver las necesidades sociales más apremiantes de la población para sobrevivir y reforzar sus identidades locales; sino que se derivó de la incorporación acelerada de nuestras sociedades al mercado mundial, que no fue otra realidad que la reactivación y la ampliación intensiva del proyecto económico super transnacional en la periferia.
Por ello, desde el punto de vista de la comunicación y la participación colectiva, a lo más que llegamos como comunidad nacional durante el siglo XX e inicios del siglo XXI en México, fue a crear una sociedad de la información desigual, unilateral, concentrada, monopólica, discresional, etc; y nunca a construir una sociedad de la comunicación donde todos los sectores o grupos que existen en ésta puedan participar en la dinámica de producir, transmitir, inculcar y retroalimentar este proceso. Por consiguiente, queda como responsabilidad fundamental para el nuevo milenio en México el generar la sociedad de la comunicación y ya no de la simple información unidireccional que no permite el avance equilibrado del país.
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