La OIT ha ideado el concepto unificador de «trabajo decente» con el fin de contrarrestar los efectos perniciosos de la globalización. El autor, tras recordarlos principios universales consagrados en las normas de la OIT y la posibilidad de amoldarlos a las circunstancias nacionales, explica que el concepto mencionado sirve para promover los derechos laborales, el empleo, la protección social y el diálogo social. Este planteamiento propicia, a su vez, el fomento del desarrollo perdurable, de la seguridad macroeconómica y de un reparto más justo de los frutos del crecimiento. La OIT está afinando ahora el marco de su propia actuación con estos fines, sobre todo en los ámbitos de la integración de políticas, la elaboración de indicadores del trabajo decente y el diseño de programas nacionales idóneos.
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