La posición estratégica de Iraq, y sobre todo las inmensas reservas petrolíferas, la han convertido en una pieza de importancia capital en e contexto internacional. Esta situación que parece de plena actualidad se ha repetido periodicamente en el último siglo. En un grado menor y en un contexto diferente, Iraq fue objeto de la codicia de las grandes potencias durante la Segunda Guerra Mundial. Joven y frágil estado, apenas liberado de la tutela británica, fue objeto del interés alemán en los años treinta por razones a la vez políticas (por su papel de líder en los movimientos nacionalismtas árabes y por lo tanto antibritánico), estratégicas (su posición geográfica, a medio camino entre Egipto y el Cáucaso) y económicas (sus reservas petrolíferas). Por estos motivos el Reich intentó atraer a este país a su esfera política, pero por falta de medios y sobre todo de voluntad política, no lo logró y los británicos, después de una expedición militar perfectamente conducida (mayo-junio de 1941), rápidamente reanudaron el control de esta región. Son estos acontecimientos, marginales en la historia de la Segunda Guerra Mundial pero no completamente desprovistos de importancia, los que este artículo se propone exponer.
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