El asunto del efecto del salario mínimo en el empleo y la pobreza ha dado pie a polémicas interminables. Catherine Saget comienza su artículo por una reseña de los estudios al respecto, en la que contrasta la ambivalencia de las predicciones teóricas con los datos empíricos según los cuales hay una correlación negativa entre el salario mínimo y la pobreza, y el primero tiene un efecto pequeño o nulo en el desempleo. A partir de datos empíricos compilados el año 2000, la autora estudia las consecuencias del salario mínimo para la pobreza y el empleo de los países en desarrollo, comprendida la economía informal. La repercusión de la cuantía del salario mínimo en el nivel de empleo resulta ser insignificante, pero un salario mínimo decente puede contribuir a aminorar la pobreza.
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