Partiendo de la memoria histórica de mediados del siglo XX, se sitúa el caserío vasco de Guipúzcoa como un modelo de explotación agrícola unifamiliar, con unas características muy definidas, que destacan por su autonomía, capacidad de adaptación en circunstancias muy diversas, dentro de una forma de vida muy austera y equilibrada, que explican su larga perduración. Es además la base de la cultura vasca con un ideario específico, con una concepción del hombre y el mundo eminentemente humanística, como ha visto Don José Miguel de Barandiarán.
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