En el artículo se analiza la competitividad actual del sector servicios en España y se ofrecen algunas líneas para su mejora, partiendo de la base de que el crecimiento futuro de la economía española ha de apoyarse de forma creciente en la fortaleza de este sector, aún poco orientado a los mercados exteriores. La apertura al exterior de España en 1986 estuvo centrada en el comercio de bienes. A diferencia de lo que ocurrió en aquella ocasión, las empresas de servicios no parten de una posición de desventaja competitiva frente a sus homólogas europeas para hacer frente a la liberalización que implica la directiva de servicios: diversos indicadores muestran que se enfrentan a similar o mayor competencia que aquellas en las principales economías de la UE. Es por ello que la apertura comercial del sector supone una oportunidad histórica para la competitividad de la economía española. Aparte de argumentar este punto, ponemos de manifiesto también algunas reformas que permitirían trasladar los beneficios de la directiva a los hogares en España, al reducir las fricciones presentes en algunos mercados de servicios.
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