Si las aventuras que cuentan los tres interlocutores son la base estructural de las "Cartas marruecas" (1774) de José de Cadalso, el lector se dará cuenta de la inmensa responsabilidad que tiene para configurar una trayectoria lineal y lógica de los episodios. Es evidente, por ejemplo, que la secuencia de las escenas en las noventas misivas es completamente arbitraria. Se encuentran tres voces narrativas y tres psicologías distintas que ofrecen al lector tres perspectivas distintas de la misma realidad. ¿Pero qué quiere sugerir esta estructura aparentemente desordenada? ¿Cuáles son las responsabilidades del lector? ¿Existe algún narrador, alguna voz epistolar, o algún personaje entre las cubiertas de la novela cadalsiana que tenga cierta autoridad narrativa? Propongo demostrar que esta estructura caótica edificada por Cadalso es una metáfora intrincada del caos hallado en el arte de crear efigies fieles de la realidad de la cultura del siglo XVIII español. Al final, el lector es el que tiene la desalentadora responsabilidad de ordenar sucesos secuencialmente si quiere aclarar el caos novelístico y llegar a un entendimiento transcendental.
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