La economía europea ha entrado en desaceleración. Incluso alguna naciones se asoman a un periodo de recesión. Fuera de Europa las perspectivas de crecimiento también son débiles, como corroboran la crisis financiera internacional, el alza de las materias primas y el hundimiento del sector inmobiliario. Para hacer frente a la crisis es necesario dejar que operen los estabilizadores económicos ayudados por actuaciones que no pongan en riesgo la estabilidad presupuestaria a medio ni largo plazo, tal y como está haciendo el Gobierno de España
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