Este artículo se propone analizar los mecanismos rectores de uno de los recursos persuasivos más lábiles y sutiles de la Retórica antigua: la insinuatio. Para ello, se toma como ejemplo el proemio de Lisias III, por tratarse de un discurso apologético encuadrable dentro del turpe genus, es decir, el grado mínimo de defendibilidad de una causa. Lisias debe dar la vuelta a los prejuicios del jurado con una cuidada captatio beneuolentiae, que evite la alusión directa a los muchos puntos flacos de su cliente. Su proemio se basa enteramente en una retórica negativa o del silencio, característica de la insinuatio: los métodos tácitos de persuasión y una sutil pragmática de las implicaturas consiguen influir en el subconsciente del auditorio y alterar la polaridad de sus prejuicios mediante un juego implícito de identificaciones con determinadas instancias ficcionales emanadas de la polifonía del discurso. Dissimulatio e insinuatio se aúnan para dar forma a una retórica de lo no proferido, una suerte de oratoria negativa cuyo detenido estudio revela una incuestionable modernidad.
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