Para Keynes (y los economistas post-keynesianos y neo-keynesianos) el desempleo involuntario es el resultado normal del funcionamiento de las economías capitalistas regidas por el "principio de la demanda efectiva". A tenor de este principio, el nivel de producción y empleo en un momento dado y a lo largo del tiempo son un múltiplo de la demanda autónoma esperada que evoluciona de forma cíclica. Las rigideces institucionales que entorpecen la flexibilidad salarial introducen dificultades adicionales a la contratación, pero no son ni el problema principal, ni la solución definitiva. La evidencia empírica confirma las hipótesis keynesianas: el desempleo deviene masivo durante las crisis económicas y es lentamente reabsorbido en los periodos de expansión.
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