Según Lydia Cacho, de cada diez personas que trabajan por la paz, nueve son mujeres. Esta proporción no es nueva. Históricamente las mujeres han desarrollado actitudes mediadoras y reguladoras de conflictos tanto en lo cotidiano como en sus movilizaciones a favor de la paz. Las razones pueden ser muchas: desde la construcción social de lo femenino y lo masculino (en la distribución de roles y valores en nuestra sociedad a las mujeres se les asigna lo cooperativo y lo pacificador y a los hombres la competitividad y la violencia) hasta el hecho de haber estado (y estar) mayoritariamente al cuidado de la vida. La Red de Mujeres de Negro es un buen ejemplo de apuesta femenina por la no violencia.
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