El hecho de que la crisis tenga sus raíces en el sistema financiero de los países desarrollados no significa que los que están menos involucrados en el mercado global de capitales sean inmunes. Reducción de los flujos de capitales y de las remesas, caída de los precios de las materias primas, posibles medidas proteccionistas, depreciación de las monedas y el recorte de la ayuda al desarrollo son los impactos directos e indirectos de la crisis en los países más pobres. Las consecuencias en términos de crecimiento, pobreza y desigualdad son potencialmente preocupantes.
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