Estados Unidos ha sido, al igual que España, de los pocos países en tener una política para el conjunto de Latinoamérica. Los cambios en la región, sobre todo la mayor asertividad de algunos países, exigen ahora un trato diferenciado que potenciará las relaciones bilaterales. Para que el diálogo avance es necesario un mayor compromiso de las dos partes y, sobre todo, una mayor clarificación de los gobiernos latinoamericanos de lo que esperan de Washington. El futuro está marcado por importantes desafíos vinculados a la inseguridad ciudadana y el narcotráfico, a las relaciones comerciales, a la desigualdad social y a la debilidad institucional.
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