La comunicación destaca la importancia de los sistemas agroforestales tradicionales españoles como ejemplos de desarrollo sostenible. Se destaca su interés como mantenedores de un importante patrimonio natural, único en Europa, y de antiguas actividades de explotación de las que emanan interesantes enseñanzas de gestión forestal. Gran parte del éxito productivo y naturalístico de estos sistemas se basa en el aprovechamiento de fuentes gratuitas de energía que ofrece el territorio. Estas son utilizadas habilmente para mover y canalizar los recursos básicos para la producción primaria - agua y nutrientes- hacia los productos que se desean obtener. Este tipo de estrategia afecta a muy diferentes componentes del territorio, desde árboles aislados hasta la propia estructura espacial del paisaje. Una característica interesante y poco conocida es la configuración espacial del paisaje agroforestal, esto es, la posición que ocupan unos elementos respecto a otros. Esta propiedad es fruto de una optimización histórica y continuada de la gestión. La configuración del paisaje afecta a los flujos horizontales de energía y de nutrientes, condicionando así las posibilidades de organización de los ecosistemas y modificando sus valores de producción y de diversidad biológica, entre otros. En el caso particular de las dehesas, la configuración espacial del paisaje es importante para comprender la eficiencia productiva de estos sistemas y los valores excepcionalmente altos de diversidad biológica. Algunos patrones concretos de esta configuración dan lugar a ciclos cautivos de nutrientes, maximizando su aprovechamiento por los elementos productivos del sistema: monte, herbívoros silvestres y domésticos y pastizales.
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