Los términos que aluden al espacio arbolado responden a ideas y estratos lingüísticos distintos, ligados a diferentes etapas históricas; cuyo empleo y significado evolucionan o surgen de acuerdo con los conceptos que designan. El latín silva no tuvo continuidad en el romance castellano, y su lugar lo ocupó un derivado de mons, montis. La nueva acepción se debió a la presencia general de las entonces denominadas selvas en un terreno impropio al cultivo por su condición abrupta. Durante siglos la historia de los montes como terrenos arbolados sólo narra su destrucción y la palabra monte acabará abarcando una amplía gradación de situaciones de la cubierta vegetal. Dos nuevas voces procedentes de lenguas foráneas se incorporaron al castellano. Bosque, la más antigua, tomó pujanza para referirse a los montes con mayor frondosidad arbórea. Forestal, que acaba de cumplir 150 años, surge con la aplicación del conocimiento científico al monte.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados