Así rezaba el viejo lema familiar que su abuelo galés se llevó consigo a América y que a modo de divisa adornó la trayectoria de la personalidad imponente, e indescifrable para la mayoría de sus coetáneos, que se propuso dotar a Norteamérica de una arquitectura propia, al margen de "revivalismos" ajenos, y que por discutible intercesión de Ayn Rand ha quedado como modelo de individualista absoluto. Al cumplirse 50 años de la muerte del arquitecto de la pradera, rastreamos su referencias y su influjo.
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