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Resumen de La V Cumbre de las Américas: las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se juegan en la isla

Carlos Daniel Malamud Rikles, Carola García-Calvo

  • La V Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España, Trinidad y Tobago, del 17 al 19 de abril pasados, sesionó bajo el lema Asegurar el futuro de nuestro ciudadanos promoviendo la prosperidad humana, la seguridad energética y el medio ambiente. A ella acudieron los 34 jefes de Estado y de Gobierno del continente americano todos salvo Cuba, expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962 para discutir teóricamente asuntos relativos a la energía, la seguridad ciudadana y el desarrollo sostenible de la región. Sin embargo, los temas que mayor interés suscitaron fueron la crisis financiera y económica mundial aunque en menor medida de lo que a priori cabría esperar, la situación de Haití y, muy especialmente, la cuestión cubana, convertida en el centro de todas las agendas. En los meses previos a la Cumbre, Cuba se perfilaba como un tema muy sensible para la práctica totalidad de los líderes latinoamericanos, como se demostró en las cumbres de Costa do Sauípe, Brasil, en diciembre de 2008.

    Adelantándose a los acontecimientos, y sabiendo que algunos presidentes latinoamericanos estaban dispuestos a hacer de Cuba un tema de confrontación, o al menos una causa común, la Casa Blanca adoptó algunas medidas para descomprimir la situación. El 13 de abril se anunció el levantamiento de todas las restricciones para viajar a Cuba, lo que completaba el anuncio anterior, votado por el Congreso como acompañamiento a la ley de presupuestos, para relajar las limitaciones de los viajes de los cubano-americanos y el dinero que podían gastar en Cuba. De este modo se desactivaron algunos conflictos, dando lugar a una Cumbre tranquila y respetuosa en la que abundaron las sonrisas y los apretones de manos con Barack Obama incluso por los líderes de los países del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), lo que permitió profundizar en el anuncio del inicio de una nueva etapa, caracterizada por una relación entre iguales. La Declaración final fue suscrita únicamente por el presidente anfitrión, Peter Manning, en nombre de todos los participantes, ante las reticencias de los países del ALBA a firmar el documento previamente consensuado. Pese a ello, el encuentro puede ser valorado como un éxito de las diplomacias estadounidense y, en menor medida, brasileña.


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