El virus del papiloma humano (VPH) produce una infección limitada al epitelio cervical. Esto provoca un escaso estímulo para el sistema inmunitario, lo que hace que la respuesta inmunitaria innata del huésped sea muy limitada. Así, la infección natural da lugar a títulos muy bajos de anticuerpos, lo que impide asegurar la protección frente a nuevas infecciones, incluso, por los mismos tipos de VPH. Las vacunas frente al VPH originan títulos de anticuerpos plasmáticos al menos 100 veces superiores a la infección natural, pero se desconoce si tras la caída o pérdida de anticuerpos a lo largo del tiempo en las mujeres vacunadas, una infección natural posterior conseguirá activar la inmunidad de memoria de manera rápida y suficiente para neutralizar la infección. Para lograr protección a largo plazo, las vacunas profilácticas frente al VPH deben ser capaces de proporcionar valores de anticuerpos plasmáticos suficientemente altos y mantenidos para asegurar también suficientes valores de anticuerpos en el cérvix.
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