Durante la Edad Media el Mediterráneo sirve de lugar de comunicación y de enfrentamiento entre la Península Ibérica y el Oriente en un vaivén de hombres y de ideas. A partir de la toma de Constantinopla, la dominación musulmana va a intensificar los conflictos. Carlos V y Felipe II van a intentar retomar las rutas comerciales. En el siglo XVI los piratas berberiscos multiplican sus ataques. En 1610 los moriscos son expulsados hacia África del norte. El Océano Atlántico se convierte entonces en el centro de acción.
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