Este trabajo pretende la validación de las hipótesis de algunos investigadores en el campo de la evaluación de las conductas disruptivas en las aulas, en especial las de T.M.B. Hollins (1955), creador de la Escala de Conductas Problemáticas que se aplica, además de las de Peiró y Carpintero (1978), Jiménez y Bernia (1981) y Jiménez (1983).
Se comparan los resultados obtenidos con los datos de las investigaciones precedentes y se pone de manifiesto la importancia que debe suponer la atención a ciertas conductas que pasan inadvertidas, normalmente de tipo inhibitorio, y que pueden ser la base de fracasos tanto sociales como escolares.
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