Este ensayo pretende abordar de nuevo el conocido símil de la línea para extraer de él su significado político, situándolo en su contexto: un diálogo en que se pregunta por la justicia. Pero trata a la vez de interpretar la pregunta por la justicia como una cuestión que no es meramente moral o política, sino decididamente ontológica: la pregunta por aquello que hace posible toda delimitación y todo discernimiento. El lugar en que confluyen ambos asuntos no es otro que la pólis, el lugar en que se mantiene viva la ausencia de principio, la ausencia de arkhé.
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