Se catalogan y describen someramente las 12 islas del litoral vasco. Desde la Edad Media hasta nuestros días, han señalado los límites municipales ; se han utilizado como atalayas para facilitar las tareas pesqueras ; se han fortificado para repeler ataques procedentes de alta mar y han tenido un marcado papel religioso, edificándose en algunas islas ermitas e incluso conventos de la orden franciscana. La humanización de los enclaves más agrestes de la costa vasca ha corrido a cargo de las profesiones y actividades más duras y sufridas: pescadores, militares y eremitas.
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