El ultraísmo español quiso superar al modernismo precedente. Muchos poetas ultraístas procedían de él, y eso se aprecia en sus composiciones. El ultraísmo, como el futurismo, era poco complaciente con la tradición. Sin embargo, no faltaron ultraístas heterodoxos: Gerardo Diego, por ejemplo, no despreció la voz del pasado. Tampoco Ernesto López-Parra. Ambos colaboran en Vltra, una revista nacida para depurar al ultraísmo de elementos vacilantes. El estreno de Paisaje de abanico provoca la expulsión de López-Parra de sus páginas. Este gesto enlaza el ultraísmo con parecidas actitudes sectarias propias de la vanguardia internacional. La desaparición de Vltra marca el fin del movimiento. Tras ella nacen revistas más plurales paradójicamente promocionadas por los vanguardistas más ortodoxos.
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