La desventaja escolar de los alumnos de origen inmigrante no se explica por su estatus migratorio, sino fundamentalmente por su extracción social, debido a la sobrerrepresentación de los inmigrantes en las clases sociales más bajas. Esta es la principal conclusión del autor en su análisis de la experiencia francesa, que ha impulsado políticas universalistas dirigidas a democratizar el acceso a la educación de todos los ciudadanos, evitando las intervenciones particularistas dirigidas a sectores específicos de la población. A pesar de las críticas al modelo educativo galo, especialmente tras las protestas en las banlieues de 2005, el sistema ha logrado un destacado nivel de equidad entre alumnos de origen inmigrante y nativos. En el caso francés, por tanto, ha desaparecido el factor �inmigrante� a la hora de valorar los niveles de desventaja educativa, un factor que sí existe �y que se suma a la desigualdad de clase� en el caso de España.
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