No pisaban el solar astur desde la Alta Edad Media tras haber sido expulsados del mismo por Pelayo y sus sucesores de la Monarquía asturiana. Ahora -octubre de 1.934- volvían de nuevo y, como entonces, lo hacían traídos por uno de los dos bandos españoles enfrentados en cruenta lucha para emplearlos contra el otro. Tópicos aparte, lo cierto es que se trataba de unidades del Ejército español disponibles a las órdenes de quienquiera que mandara en el momento y, por tanto, utilizables sin traba alguna en cualquier circunstancia que requiriera el empleo de nuestro Ejército, al igual que habían hecho y volverían a hacer otros países -léase Inglaterra o Francia- sin el menor empacho.
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