Desplegar dináicas organizativas coherentes con el espíritu cooperativo y lograr una mejora competitiva en un mundo globalizado son las principales bases sobre las que se asienta el nuevo modelo de gestión que Mondragon puso en marcha en 2007. En este modelo, las personas cumplen el papel de sujetos capaces de asumir responsabilidades, existen equipos de trabajo autogestionados capaces de trabajar en red y el liderazgo no se basa en el control, sino que se fundamenta en construir ambientes organizativos estimulantes. Igualmente, realza la intercooperación, tanto entre cooperativas como entre otras empresas convencionales y de capitales, y mantiene activo el funcinamiento democrático de sus órganos de soberanía y de gobierno. La renovación continua se perfila como un elemento necesario para asegurar la supervivencia y el desarrollo de la entidad.
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