La infección crónica por el virus de la hepatitis C (VHC) representa un grave problema sanitario que afecta al 1-3% de la población mundial. Se transmite por vía sexual, vertical y de forma primordial tras exposición a sangre por vía percutánea. Dado que comparte vías de contagio similares a las del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la coinfección VIH-VHC es muy frecuente y la hepatopatía crónica, así como las complicaciones asociadas a su curso clínico, son una importante causa de morbimortalidad en esta población. El pilar del tratamiento para el VHC ha sido el interferón al que posteriormente se le ha añadido ribavirina. En la actualidad la combinación de ribavirina y una nueva formulación pegilada del interferón constituye la terapia estándar con la que se consiguen tasas de respuesta viral sostenida del 40-80%.
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