Debido a las circunstancias cambiantes en el ámbito de la gestión de plagas de insectos, el bajo uso de feromonas en todo el mundo ha aumentado significativamente en los últimos cinco años. La resistencia a los insecticidas ha sido un motor para la adopción de las feromonas en la protección de cultivos.
En los últimos años, sin embargo, otros dos factores se han vuelto cada vez más importantes. La aplicación de la Directiva Europea de Protección de Cultivos (91/414) ha dado lugar a la retirada de un número elevado de ingredientes activos de insecticidas dejando muchos cultivos sin soluciones convencionales para el control de plagas. Esto y la necesidad de que las frutas y verduras estén libres de residuos, han sido los principales impulsores recientemente para la adopción de tecnologías de feromonas en muchos países.
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