Es paradójico que existan en el mundo más de mil millones de hambrientos justo cuando se ha producido la segunda mayor cosecha de todos los tiempos. Diversos factores relacionados con la crisis financiera mundial, la especulación en los mercados de la alimentación, los incrementos de los precios de los carburantes y las políticas erráticas tienen la culpa. Para erradicar el hambre hace falta voluntad política para llevar a cabo medidas que apuesten por la agricultura y la seguridad alimentaria de forma decidida. Debe retornarse a la puesta en marcha de reservas de cereales nacionales, administradas por los Estados para poder hacer frente a los períodos de escasez. Además, es necesario invertir en innovación agrícola y en proyectos contra la desnutrición.
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