La educación se centra en el desarrollo de valores que garantizan la cohesión social, así como la definición de herramientas que posibilitan una adecuada participación en la sociedad y en la mejora de la convivencia. En este sentido, la teoría sobre formación del carácter, dentro del campo de la formación moral, promueve la enseñanza y el aprendizaje de unos determinados valores para que el alumnado se comporte moralmente en las distintas situaciones de la vida, sobre todo en los primeros niveles del desarrollo evolutivo de la persona. Desde esta teoría, la moral se entiende como autorregulación y autoconstrucción de hábitos virtuosos, defendiendo una nueva idea entre el conocimiento y el actuar. El educador moral no puede ser un interrogador socrático, como propone la teoría del desarrollo del juicio moral, sino un abogado defensor y transmisor de determinados contenidos morales, que se organizan a través de unidades didácticas.
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