Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, señaló en su primera alocución pública e intervenciones posteriores la necesidad de establecer un nuevo inicio para las relaciones entre Rusia y la Alianza. Las propuestas de Rasmussen pretenden reforzar la cooperación desde aspectos prácticos, pero su efectividad es dudosa por los intereses estratégicos opuestos y por la persistencia de Moscú en aferrarse a una geopolítica tradicional. Esto explica que los rusos prefieran un tratado general de seguridad colectiva en Europa a privilegiar sus relaciones con la Alianza, a la que consideran una reliquia de la Guerra Fría
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