La utilización de edificios religiosos como prisiones no es nueva, dado que por su interior espaciado eran los lugares ideales para improvisar cárceles. Ante la imposibilidad de albergar a los detenidos en los calabozos, en los primeros meses de la guerra civil se tomó la decisión de habilitar los edificios religiosos incautados. Esta situación es la que dio origen a la prisión de las Capuchinas en Barbastro.
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