En las prácticas tanto culturales como religiosas observadas en 2006 y 2007 con ocasión de la peregrinación anual al santo Rabí Amran ben Diwan en Ouazzane, Marruecos, se han podido observar diferencias entre los modos de gestionar un mismo espacio sagrado por parte de los diferentes actores, así como en sus retos. El espacio sagrado se convierte tanto en un lugar de reunión, de recomposición familiar y de resocialización para una diáspora judía marroquí dispersada en varios países como en un lugar de memoria para las segundas generaciones emigradas, y en un espacio para atravesar las fronteras religiosas debido a la presencia de musulmanes.
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