Ambientada a principios de los años cincuenta en un barrio obrero de Londres, Vera Drake (2004), de Mike Leigh, gira en torno a la vida de la protagonista Vera y en torno al descubrimiento de su secreto mejor guardado: su labor como abortista clandestina. Este artículo examina cómo se trata la cuestión del aborto en la película y cómo se deconstruyen parcialmente los vínculos tradicionalmente establecidos entre el aborto, el crimen y el Mal. Como se argumenta, esta �descriminalización� parcial del aborto que la película parece postular, proviene principalmente del tratamiento particular del tiempo que se hace, así como de la caracterización de Vera, el énfasis con el que la película se aproxima a su método abortivo, y a la prominencia que adquiere el aborto de Susan Wells. En última instancia, lo que la película de Leigh parece hacer es criticar la criminalización social y jurídica del individuo (de Vera Drake en este caso), para sugerir que una �teoría del daño social� en vez de una �teoría del crimen� serviría para explicar los problemas que rodean el aborto en el contexto de Vera Drake.
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