La incertidumbre causa desasosiego y falta de confianza en el futuro, por lo que puede usarse para alentar la desmovilización social y favorecer la atonía ante los problemas reales que existen en las sociedades actuales. Infundir miedo e incertidumbres paraliza a los individuos, al tiempo que el uso de alarmas exageradas puede ayudar a conducir a los grupos humanos hacia aquéllos puntos de atención que más interesan a los poderes que los instrumentalizan. En este sentido, la experiencia histórica demuestra que hay mayores movilizaciones en épocas de auge económico que en tiempos de crisis.
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