La Antigüedad Tardía, en particular desde el siglo IV, refleja un profundo interés por los textos de la tradición literaria precedente, lo cual responde a la necesidad de construir una nueva paideía retórica a partir de estos modelos anteriores. El comentario resulta un género particulannente apto para esta construcción, puesto que permite la confrontación y transmisión de dos realidades: por un lado, una pasada, el texto base; por otra parte, un ejercicio activo del pensamiento que se lleva a cabo en una instancia presente. Para que esta dinámica textual encuentre su equilibrio, es fundamental la figura del grammaticus, quien funda su auctoritas como tercer elemento que garantiza la eficacia textual del comentario.
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