Alegato en favor del concepto clásico de belleza y en contra de la concepción postmodernista de que todo puede ser arte y todos artistas. Se trata de rescatar la concepción de estética contenida en las obras de la Escuela de Frankfurt, especialmente de Theodor W. Adorno y Herbert Marcuse: el arte como lealtad a la promesa de felicidad. Se rescata la función crítica y anticipativa del gran arte y se pone en cuestión el carácter presumiblemente progresista y democrático del arte contemporáneo. Las élites actuales, legitimadas democráticamente, comparten las mismas inclinaciones estéticas de las masas, pero ejerciendo una función manipulativa en la configuración de la vida cotidiana.
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