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Resumen de Superación de los conflictos de orden internacional por parte del Movimiento Olímpico de la era moderna a lo largo del siglo XX

Javier Antonio Tamayo Fajardo

  • Desde sus orígenes, el olimpismo moderno pretendió apoyarse en dos principios fundamentales, como fueron la independencia de la política y el amateurismo. Analizando el primero de estos elementos, podemos afirmar que la idea del apoliticismo es la de permanecer independiente de fuerzas exteriores al propio movimiento olímpico. La máxima autoridad de dicho movimiento, el Comité Olímpico Internacional (COI), está compuesto por miembros que en lugar de representar a sus respectivos países deben ser más bien embajadores del COI en sus países de origen. De esta forma, los propios Comités Olímpicos Nacionales deberían esforzarse en mantener la neutralidad y la independencia frente a sus gobiernos, puesto que estatutariamente sólo reconocen la autoridad del COI.

    Lamentablemente, los Juegos Olímpicos de la era moderna se convirtieron, desde un principio, en un instrumento de los nacionalismos, pese a la pretensión del credo olímpico de favorecer la participación universal para la mejora de la humanidad. Sin embargo, los países participantes han interpretado habitualmente los Juegos como una oportunidad de expresar los sentimientos nacionalistas y la identificación nacional. Los Juegos Olímpicos, no se han utilizado tanto para promover el juego limpio, la paz y la comprensión mutua en el contexto internacional, como más bien para manifestar el orgullo y los intereses nacionales.

    Para corroborar todas estas afirmaciones nos hemos basado, como fuentes principales, en las noticias publicadas a lo largo del siglo XX en diarios españoles de ámbito nacional y regional (fundamentalmente ABC, Vanguardia y Correo de Andalucía) durante la celebración de las diferentes ediciones de los Juegos Olímpicos de la era moderna. En las cuales, hemos encontrado numerosos ejemplos de lo expresado con anterioridad; puesto que, ya desde la quinta edición, celebrada en Estocolmo en el año 1912, hubo incidencias de carácter político en los Juegos Olímpicos. Afortunadamente, durante la presidencia del COI de Juan Antonio Samaranch (1980-2001) observamos algunos cambios que pretenden volver a acercar al movimiento olímpico de la era moderna hacia la idea del apoliticismo; aunque, sin poder sustraerse a la realidad social, política y económica a la que el deporte, en general, está sometida hoy en día.


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