Al ser la profesión docente un trabajo de personas con personas, está inundada de permanentes relaciones interpersonales que generan roces, dulces, insípidos y amargos, que hay que gestionar adecuadamente para poder conseguir un clima favorable al trabajo y la convivencia.
La empatía, una de las competencias relacionales básicas, es la fuente de influencia más potente de que dispone el profesorado para armarse de cara a dotar sus intervenciones de la fuerza impactante suficiente para conseguir cambios en el alumnado.
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