Los macrólidos son antibióticos que además de su acción antibacteriana pueden presentar un cierto efecto antiinflamatorio por disminución de la actividad de las células inmunitarias y alteración de las células bacterianas.
Ya en los años 80 se observó un aumento de la supervivencia en pacientes afectados de panbronquiolitis difusa después de tratarse con eritromicina. En la actualidad, el uso de macrólidos en diferentes enfermedades de carácter inflamatorio crónico ha aumentado significativamente. En la fibrosis quística, el asma, las bronquiectasias, entre otras, se han observado mejoras clínicas asociadas a la administración de macrólidos.
Sin embargo, y a pesar del aparente beneficio clínico que parecen aportar, los resultados publicados hasta la fecha son controvertidos y no permiten obtener resultados concluyentes. Esto hace necesario realizar futuros ensayos clínicos para confirmar o rebatir el uso a largo plazo de estos fármacos, que no están exentos de efectos adversos, principalmente la aparición de especies bacterianas resistentes.
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