Comparando la novela "Soldados de Salamina" (2001) de Javier Cercas con la película homónima de David Trueba (2002) resulta curiosa la diferencia entre la acogida favorable de la novela (que se convirtió en un "mega seller") y la acogida menos favorable de la película. Esta diferencia se vuelve paradójica ya que los escasos puntos de crítica de la novela (el supuesto partidismo y el sexismo del narrador Cercas) han desaparecido en la película. hermans argumenta que el relativo fracaso de la película radica, más que en su mensaje, ahora "políticamente correcto", en un uso limitado de las posibilidades filmicas. Justamente por haber querido seguir fielmente el curso de la novela, mejorándola, tienden a desaparecer la polivalencia y la universalidad que de la novela habían hecho una pequeña obra maestra.
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