OBJETIVOS En los últimos años hemos sido testigos de cómo una enfermedad previamente considerada terapéuticamente �huérfana� y de pronóstico muy pobre se ha convertido en una entidad no sólo tratable sino incluso controlable. Estamos pensando desde luego en el carcinoma de células renales (CCR). Esta milagrosa transformación no hubiera sido posible sin el meticuloso conocimiento de las vías moleculares involucradas en la iniciación, progresión y metástasis tumoral (1). Esas vías de señalización han permitido el descubrimiento de distintas dianas moleculares frente a las cuales se han investigado y desarrollado clínicamente de forma rápida y precisa nuevos inhibidores de tirosina quinasa (ITQ)...
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