Miguel Ángel Moratinos llevaba seis años y medio al frente de la diplomacia española. En su mandato han brillado sus defectos y sus cualidades. Por ejemplo, su obsesiva fijación en Oriente Próximo, mientras los grandes europeos, Alemania, Francia, Reino Unido pasaban a segundo plano. Y sus cualidades: de honradez, de descomunal capacidad de trabajo, el orden impuesto a ese trabajo y el convencimiento de servir a los intereses del Estado
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